10 jun 2011

Carta a Esperanza Aguirre

Permítame que me presente. Mi nombre es Ibone Olza. Soy Doctora en Medicina y médico psiquiatra. En la actualidad trabajo como psiquiatra infantil y perinatal en el Hospital Público Puerta de Hierro Majadahonda y soy profesora asociada a la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid. Además soy investigadora principal de un proyecto sobre neurobiología del apego, financiado por el Fondo de Investigaciones Sanitarias del Instituto de Salud Carlos III. He dedicado toda mi carrera profesional a la psiquiatría infantil, soy autora de dos libros y numerosas publicaciones científicas y divulgativas.

Me dirijo a Usted porque necesito que me escuche urgentemente. Tengo que hablarle de una niña de quince meses. Su vida y su salud corren serio peligro. Esta pequeña niña está sufriendo el mayor estrés imaginable a esa edad: ha sido separada de manera brusca e involuntaria de su madre que prácticamente era su única familia, de la que nunca se había separado y que hasta ese día le había amamantado.

Ha pasado 9 días sin verla ni saber nada de su madre. Tan sólo se le ha permitido verle durante una breve hora, y se le ha vuelto a separar. Lo que la niña debe estar sintiendo se lo puedo explicar desde mi amplia formación profesional: una angustia mortal, una zozobra indescriptible. La niña debe de sentir que su madre le ha abandonado, que tal vez se haya muerto, que su mundo conocido se ha desvanecido y se ha convertido en un infierno donde no está ninguna de las personas que ha conocido en su corta vida. Vivencia de muerte, abandono y profunda depresión. Un dolor inmenso que ni usted ni yo podemos imaginar, ni siquiera si por un momento hiciéramos el esfuerzo de ponernos en su piel.
Su visión del mundo ya nunca podrá ser igual y difícilmente podrá confiar. Esa separación tan súbita, abrupta y por lo tanto brutal, altera todo el sistema neuro hormonal de la niña. Su cortisol (la hormona del estrés) se disparará a niveles astronómicos. Se desencadena así una intensa respuesta de supervivencia.

Si el estrés, es decir, la separación de la madre se mantiene, posteriormente bajarán sus defensas inmunológicas a niveles mínimos. Entonces será muy probable que contraiga cualquier infección que, junto con su estado anímico de profunda depresión, podrá tener unas consecuencias devastadoras. Supongo que en ese momento la menor será trasladada a un centro hospitalario y sólo entonces se le administrará el tratamiento necesario desde ya: estar acompañada por su madre.

Siento que tengo la obligación profesional de hacerle conocer las posibles consecuencias de una separación injustificada. Creo que es mi deber alertar del daño psicológico, emocional y físico del que está siendo víctima esta menor.

Por ello, me dirijo a Usted para pedirle que no permita que esto suceda, puesto que esta pequeña actualmente se encuentra tutelada por una institución de la Comunidad de Madrid que Usted preside.
Por favor, permítale que se reúna con su madre inmediatamente. Deseo de todo corazón que no tenga que lamentar no haber hecho todo lo que estaba en sus manos por la salud de esta niña.
Espero su respuesta y me pongo a su disposición para responder cualquier pregunta que tenga sobre este caso.

Atentamente,

Dra. Ibone Olza.

www.iboneolza.com


Fuente: El blog de Sina

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